Ay, Carmela


¡AY, CARMELA!

José Sanchis Sinisterra


¡Ay, Carmela! es una obra de teatro inspirada en la España de la Guerra Civil, en la que una pequeña compañía de teatro formada por una pareja se ve obligada a representar una función para el bando nacional, en contra de sus ideales. A pesar de que ambos defienden la misma ideología republicana, cada uno tiene una visión totalmente opuesta acerca de cómo afrontar esta situación.
Carmela y Paulino tienen que representar para los nacionalistas una obra que incluya una parodia del bando republicano. Al principio, Carmela asume y adopta la opinión de Paulino de convivir como puedan con esta nueva realidad para sobrevivir y accede a representar la función para los enemigos, por lo que encontramos a una Carmela indignada, que representa la aceptación del fracaso, de tener que hacer algo que se opone a sus ideales.
-   CARMELA.- (Quitándole la palabra.) Quiere decir, señores militares, que aquí el Paulino y la Carme la, para servirles, vamos a hacerles una gala, cosa fina, para que ustedes se lo pasen bien, y con la mejor voluntad […]
Sin embargo, siempre ha tenido una actitud de rebeldía de la que Paulino carece. A ella no le termina de asustar para quién actúan y exige, por ejemplo, unos trajes en condiciones:
-  CARMELA.-  Tenías que haberles dicho que, sin los vestidos, por lo menos, no podíamos actuar...
A lo que Paulino siempre responde suavizando el problema:
-  PAULINO.- ¿Pingajo? No, mujer: si te queda muy bien...
Carmela aprovecha cualquier ocasión para quejarse o para sacar a la luz lo que realmente siente y opina, mientras Paulino trata de disculpar a Carmela para relajar la tensión:
-  PAULINO.- (Tratando de evitarlo.) Tú no abras la boca, que nos pierdes... (Al fondo.) Ya ve lo nerviosa que está, mi teniente...
-   CARMELA.- ¡No estoy nerviosa, su teniente! Lo que estoy es furiosa, ea.
Carmela encarna la dignidad, la valentía, no se doblegará ante los militares, tampoco pretende obedecer órdenes de militares con ideales opuestos a los suyos:
-  CARMELA.- (Al fondo.) Aquí Paulino y una servidora no tenemos por qué hacer el ridículo delante de la tropa...
El gran cambio en el pensamiento de Carmela llega cuando se entera de que los militares llevarán a la representación a unos republicanos que van a ser fusilados. Carmela se plantea si ellos deben ver como se ríen de su ideología y lo que estarán pensando las madres de esos hombres…
-  CARMELA.- ¡Polaco!... Ya ves tú, qué exageración... ¿Quién le iba a decir a su madre, allá tan lejos, que le iban a matar al hijo en Belchite?
-  CARMELA.- (Indignada.) Sí... pero, ¿sabes lo que te digo? Que el número de la bandera no lo hago, ea.
-  PAULINO.- ¿Qué dices? (Trata de sacarla de escena.)
-  CARMELA.- El de la bandera republicana: que no me da la gana de hacerlo. ¡Pobres hijos! Encima de fusilarlos, darles a tragar quina con la tricolor...
Paulino, por su parte, representa la humillación, al tener que disimular los disparates de Carmela o al tener que vivir solo porque Carmela, en defensa de su dignidad e ideología, le ha abandonado. También podemos decir que es sumiso, vive escondiendo la verdadera realidad, bebe y escucha el himno republicano, además de tener la bandera por el escenario; en uno de los momentos en los que está solo, escucha el himno y se asusta porque la gramola se atasca y no para de repetir "¡Ay, Carmela!, ¡Ay, Carmela!`".
Paulino dice tener lo que llama "dignidad del artista", de lo que según él, Carmela carece, y en varias circunstancias se niega a hacer un número con el que triunfó en otras representaciones porque le hace perder esa dignidad, pero al final de la obra, para disimular la situación y la humillación, tanto la suya propia como la de los nacionales, cuando Carmela sale con la bandera republicana, lo interpreta.
Observamos el intento continuo de Paulino de hacer todo al gusto del público y de acatar las órdenes, además de contrarrestar la impulsividad de Carmela:
-  CARMELA.- (Al público.) ¿Y Polonia, qué? ¿Es que allí no hay madres? ¡Y vaya si está cerca...!
-  PAULINO.- (Al público.) Y con esta entrada... sorprendente, damos paso a nuestro próximo número […] con el título... De Polonia a Daroca... y tiro porque me toca... 
(A CARMELA, del asombro, se le ha pasado el disgusto. No así al «Teniente», que efectúa varios cambios bruscos de luz. PAULINO, en rápida transición, acata sus órdenes.)                       
¿No?... Pues no... Sí, ha sido un error... (Al público, mientras hojea los papeles.) No, señores: no es éste nuestro próximo número...
Paulino, que prefiere obedecer que morir, procura satisfacer a ese grupo de militares. Podemos hablar también de un sentimiento de miedo, del que deriva esa actitud de sumisión:
-  PAULINO.- Bien, señores... Ustedes nos sabrán disculpar por... […]
Una vez más, contemplamos la rebeldía y la defensa de la dignidad por parte de ella y la humillación de él, unida al miedo de lo que podrá suceder:
-  CARMELA.- (Desprendiéndose violentamente de PAULINO.) ¡Vete a darle por detrás a tu madre! (Y se une al canto de los milicianos, al tiempo que abre y despliega la bandera alrededor de su cuerpo desnudo, cubierto sólo por unas grandes bragas negras. Su imagen no puede dejar de evocar la paté tica caricatura de una alegoría plebeya de la República.)
-  PAULINO.- (Aterrado.) ¡Carmela! ¡Los... el... las... las tetas!
Al final de la obra, antes del epílogo, el desacato o la insumisión de la actriz llega a lo más alto. Sale a escena con la bandera republicana y comienza a sonar el himno, a la vez que van surgiendo voces y sonidos de fusilamiento y, finalmente, se oscurece la escena.
El autor, con esta obra de tema histórico, con referencias tanto a personajes históricos, como Mussolini, o a grandes escritores, como Lorca, quien, según Carmela, le escribió unos versos, aprovecha para mostrarnos bandos y actitudes totalmente opuestas, que encarnan en cierta manera los dos protagonistas.
Paula Silva Tejero, 2º Bach. A

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