La buena letra

La buena letra, Rafael Chirbes.
Editorial Anagrama, 2007

La buena letra es una dura pero a la vez bonita novela ambientada en plena Guerra Civil española.
La protagonista, Ana, narra a su hijo la historia de su propia vida. Una vida marcada por la guerra y las consecuencias nefastas que ésta ocasionó. Dejando de lado los grandes acontecimientos históricos, el autor centra su obra en esta humilde familia cuyo único objetivo es luchar por seguir sobreviviendo en estos duros momentos.
 La buena letra ha sido un libro que, además de enriquecerme literariamente por lo bien escrito que está, me ha permitido conocer un poco mejor el tiempo, no tan lejano, en el que vivieron mis abuelos.
Su lectura me ha ayudado a apreciar todo lo que tenemos y a valorar lo que cuesta conseguirlo. Una de las citas que más me ha hecho reflexionar ha sido: cuando estábamos todos juntos y nos reíamos y no nos faltaba lo indispensable”. Esta cita refleja claramente como las personas, en aquel tiempo, aunque no tenían nada eran felices y solían arroparse unas a otras en ese difícil camino. Ahora, sin embargo, nos hemos hecho más individualistas, egoístas  y competitivos y a pesar de  tener de todo,  nunca estamos satisfechos plenamente.
En las últimas ediciones de La buena letra, se ha suprimido el último capítulo por decisión del autor. De hecho, al principio de la novela, aparece una nota aclaratoria del propio autor expresando su decisión de suprimirlo. Por la información que he encontrado, el capítulo trataba de la reconciliación de Ana con Isabel. Esta decisión me parece muy acertada, ya que, en mi opinión, esto rompería completamente con la estructura de la novela. El autor se centra en todo momento en reflejar la tristeza y las desgracias de la familia y el egoísmo e hipocresía de los que se esconden tras una buena letra, marchitando constantemente los pequeños brotes de felicidad. Así pues, no tiene sentido que Ana, tras haber sufrido tanto, quiera reconciliarse con alguien que le ha hecho mucho daño.
Como conclusión, haré uso de otra cita célebre que resume, a mi modo de ver,  la intención del libro, la buena letra es el disfraz de las mentiras”. El autor compara la letra delicada y cuidada de Isabel con su superficialidad. Isabel  aparece como una persona que solo se preocupa por lo que la gente cree de ella y su egoísmo la lleva a  destruir los sentimientos y esperanzas de las personas que la rodean, usando su buena letra como una capa que lo tapa todo.
                                
Alberto García Sánchez, 1º Bach B
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La buena letra de Rafael Chirbes ha sido una grata sorpresa por mi parte, porque ha conseguido introducirme de pleno, mediante las palabras de Ana, en una realidad de conflicto que, aun siendo de otra época, sabe retratar y reflejar con gran exactitud una experiencia vital y sus fases, sus puntos de giro y, en el fondo, las vivencias de una persona que ha vivido una época difícil.
Para relatar todos estos hechos, el autor emplea la voz de una Ana mayor, envejecida, que cuenta a su hijo adulto, Manuel, los que han sido los dolores y alegrías de su vida. De alguna forma, el autor emplea la voz narrativa de Ana para contar sus experiencias antes, durante y tras la Guerra, y para reflejar el dolor que siente al ver que, tras todos esos años de vida, de tantos amigos y enemigos, finalmente se halla sola, dolida por el tiempo e incomprendida por otra generación que, sin entender su desgracia, busca convertir su casa en un gran edificio de pisos nuevos; o descuida las sábanas de cama que ella les regaló (con las iniciales de su marido Tomás y suyas) al casarse. Es precisamente con el recuerdo de estas sábanas (sus sábanas de boda) con uno de los temas con los que empieza la historia, remitiéndose a su boda con Tomás y a su encuentro anterior con la familia de éste, que tanto marcaría su vida: su suegro Pedro que recae en la demencia; su fuerte suegra, María, y los hermanos de Tomás (Pepita, que muere antes de su boda; Gloria, desdichada bebedora y con amores conflictivos). Y Antonio, el más enigmático e interesante y el que marcará un giro crucial en toda la historia.
Sólo con la breve presentación de estos personajes ya se observa la complejidad y el realismo con el que narra el autor y puede el lector imaginarse la variedad de experiencias dolorosas que se vivieron.
Sin embargo, este comienzo cronológico no es el primero realmente en el libro. Nos empieza hablando de "ella", de Isabel, la novia y posterior mujer de Antonio, que cambió sus vidas y sus miedos y de alguna forma los condenó (como la mujer que mató al marido en el cuento que su abuelo le narraba).
Antes de la llegada de ésta, habían vivido el miedo sucio de la Guerra, el abandono de Tomás en los tres años de enfrentamiento, las palizas, los avisos de nuevos fusilados al acabar la contienda, la cárcel de Antonio y sus miserias para poder ayudarle... Pero algo, sin embargo, les había unido, habían seguido y habían luchado por vivir (o sobrevivir); el dolor les había hecho sensibles y agradecidos ante las cosas pequeñas, la comida, la compañía...
Como ella misma dice, "no es que todo dejara de ser difícil de repente", pero sabían que podían con ello. De alguna forma nos muestra así las desgracias de la Guerra y sus consecuencias más inmediatas, la consciencia de lo esencial que tenía la gente, de un poco de aceite o el valor del pan blanco.
Ana nos cuenta que todo cambió con Isabel, pero realmente ya había empezado con Antonio, solo que Isabel era la más pura causa que empujaba a Antonio a "una vida mejor" ignorando otros factores.
A partir de la vuelta del artista, del intelecto de Antonio, la historia comienza a cambiar, e Isabel lo trunca todo finalmente con sus vestidos de películas y su "superioridad". Porque ya no se valoran las cosas pequeñas, la compañía, el tener para vivir; ahora, esta nueva pareja de varietés busca sobresalir, crecer, alcanzar prestigio, poder de alguna forma. Y esta búsqueda corta a la familia en dos y convierte el miedo en sospecha, en hipocresía, en desconfianza.
Hay muchos detalles y mucho que contar del libro, sin embargo, el dolor que esto produce a Ana y a Tomás es muy significativo porque separa a los hermanos y rompe las familias y es un conflicto que no logran subsanar ni con el nacimiento del propio interpelado, su hijo Manuel.
Con todo esto, vemos a lo largo del libro muchísimas experiencias, muchos conflictos internos (amor entre Antonio y Ana, por ejemplo) que relatan básicamente una vida de alegrías y dolores, y que, además, ponen de manifiesto la Guerra y sus consecuencias.
Por otro lado, es un libro muy cercano porque entiendes a Ana y su sufrimiento, entiendes el dolor de la separación y la miseria de la Guerra, y aprendes a disfrutar de sus alegrías, de sus visitas al cine, de las comidas y los paseos.
Es, en el fondo, un relato muy profundo que, aunque trata con cierta falta de esperanza la historia, sabe reconocer y apreciar las cosas buenas y aceptar de alguna forma, al final, todas las penurias.

Blanca Fernández Galán, 2º Bach. B

2 comentarios:

  1. Diego Pérez Trigo8 de junio de 2016, 19:11

    "La buena letra" narra una historia contada a modo de diario, en primera persona, en un entorno hostil, la Guerra Civil. Lo más curioso es que a pesar de la guerra, la historia no está contada desde un punto de vista histórico sino intimista y familiar, sin demasiadas referencias a la política o a lo que históricamente estaba aconteciendo en España en aquellos momentos.
    Lo que más me ha interesado de la novela ha sido la descripción de los personajes debido a la forma en la que se introduce en sus pensamientos y cómo se los trasmite a lector. En especial, me ha llamado la atención el contraste entre la protagonista e Isabel, su cuñada. La primera es una mujer tradicional (para aquella época), muy sentimental, cuidadosa con lo suyo y los suyos y sumisa hasta el punto de que es capaz de tragar con todo lo necesario para no hacer sentir mal a su marido. Por otra parte, Isabel es una mujer más liberal, materialista e incluso un tanto despreocupada de lo que la rodea. Se trata de personalidades muy chocantes y contrapuestas, que en mi opinión, favorecen la evolución en la forma de pensar de la mujer que busca una mayor libertad de pensamiento.

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  2. Al empezar a leer la obra, poco a poco me di cuenta de que no sería una novela histórica inspirada únicamente en la Guerra Civil. Sino que, según avanza el relato, adquiere mayor protagonismo el cambio en la moralidad de los personajes a raíz de la guerra y cómo sus actitudes son un reflejo de su verdadero yo. Parece haber un aprecio y valor en aquello que va más allá de lo económico y lo material. Aunque, por desgracia, la única persona que parece darse cuenta es Ana. Ella prioriza el bienestar de su familia por delante del suyo propio. Aunque eso suponga una serie de sacrificios, como acoger a la mujer de Antonio en su casa cuando queda embarazada, cocinar para ella y recibir a cambio su indiferencia y sus humillaciones. Todo con tal de que su esposo, Tomás, se sienta motivado por tener a su hermano cerca tras haber estado separados por mucho tiempo durante la guerra.
    Antonio es egoísta y todo lo contrario a Ana. Se podría decir que personifica la miseria moral. Solo trae decepciones a su familia y no agradece lo que han hecho por él. Un ejemplo es cuando roba los ahorros de su hermano para suplir sus vicios poco después de que le hayan acogido tras salir de la cárcel y sabiendo que estaban pasando por una situación complicada. O cuando parece estar enamorado de Ana y le hace retratos a escondidas, reflejando deslealtad hacia Tomás.
    En un grupo tan reducido como es el de una familia, sus miembros consiguen aludir a muchos más aspectos sociales de los que se espera. Reconocerlos supone una reflexión interna y personal acerca de ellos: la crueldad, el egoísmo, las apariencias, la ambición, la frustración, la esperanza, el paso del tiempo, la crueldad, etc.
    La obra me ha enseñado cómo la esperanza es aquel impulso que permite a muchos avanzar aun estando en medio de la miseria, con miedo e incertidumbre por el día de mañana. Y cómo la unión y el amor por la familia es de gran ayuda y motivación para progresar. Porque cuando la familia de Ana estaba unida, como cuando al principio se pusieron todos de acuerdo en colaborar en el taller, prosperaban. Pero cuando se alejaban los unos de los otros, se llenaban de desaliento, fracaso y rencor.

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