Tres sombreros de copa

Tres sombreros de copa, Miguel Mihura. Editorial Alfaguara, 2006


Este libro va dirigido a los amantes del humor absurdo, sin sentido.
Una noche cualquiera para todos, menos para nuestro protagonista, Dionisio, el cual vive en un mundo gris y convencional. Mañana se casará y dejará de poder hacer lo que quiera, pero no le importa pues está enamorado.
Para esta última velada, antes de la boda, decide alojarse en un pequeño hotel al que ya ha ido muchas veces. Su plan es pasar la noche solo, pensando en lo que hará el resto de su vida. Todo lo tiene calculado al milímetro, pero en estas horas de soledad aparece, como por arte de magia, un grupo de artistas que cambiará su punto de vista sobre la vida. Conoce a Paula, una bailarina, que provoca que Dionisio reconsidere si casarse o marcharse con ella.
En esta obra nos encontramos un enfrentamiento entre dos formas de vida. Por un lado, una vida burguesa tradicional, la de su novia y don Sacramento, su futuro suegro. Se trata de una existencia absolutamente organizada y rutinaria, sin sobresaltos, pero también sin sueños. El autor esconde, tras el humor, una crítica ácida a la clase burguesa, como se ve claramente en este diálogo entre don Sacramento y Dionisio en el segundo acto:

DON SACRAMENTO.-Usted tendrá que ser ordenado…¡Usted vivirá en mi casa, y mi casa es una casa honrada!¡Usted no podrá salir por las noches a pasear bajo la lluvia! Usted, además, tendrá que levantarse a las seis y cuarto para desayunar a las seis y media un huevo frito con pan…
Por otro lado, la vida bohemia de los artistas que van y vienen, apartada de las convenciones sociales, desordenada y atípica, es muy atractiva, pero llena de falsedad y materialismo, que hacen que el interés se imponga sobre los sentimientos.
Miguel Mihura crea una obra que mezcla la ternura y la ironía en la que gracias al humor absurdo e inesperado propone una agria crítica social de estas dos concepciones de vida. El protagonista se debate entre ellas hasta el desenlace final. 
 Héctor Arribas Arias
2º de Bach. B



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Esta obra del teatro del absurdo utiliza una serie de recursos humorísticos que se pueden encontrar a lo largo de toda la obra. Destacaremos algunos de ellos:
se utilizan preguntas o respuestas que no tienen mucho sentido ni lógica con lo esperado:
  Paula: ¿Es usted artista?
  Dionisio: Sí, mucho.

- a veces incluso las preguntas o respuestas son tremendamente absurdas:
Dionisio: ¿Y hace mucho tiempo que es usted negro?
Buby: No sé. Yo siempre me he visto así en la luna de los espejos.
Dionisio: ¡Vaya por Dios! ¡Cuando viene una desgracia nunca viene sola! ¿Y de qué se quedó usted así? ¿De alguna caída?

- se incluyen hipérboles que tratan de desencajar al lector:
Odioso señor: Yo echo focas. Estoy tan acostumbrado a bañarme en Noruega que no puedo habituarme a estar en el agua sin tener un par de focas junto a mí.

- es muy común encontrarse con algún elemento que distorsione la situación que se está produciendo:
Fanny: ¡Oye! Tienes unos ojos muy bonitos.
Dionisio: ¿En dónde?

- por último, es muy común la repetición:
Dionisio: Sí, amor mío…Sí, amor mío…Sí, amor mío…

Sin embargo, este humor no es gratuito. Encierra una ardua crítica de diferentes aspectos de la sociedad. No es un humor que busque la carcajada fácil; como decía Jardiel Poncela es “una risa que ha ido a la escuela”.
Primero, se critica la forma de vida de los artistas. Buby, jefe del circo, parece un personaje intrascendente, pero nada más lejos de la realidad. En una de sus intervenciones se descubren sus intenciones y su verdadera personalidad:
Buby: (Frío) ¿Sentiste escrúpulos?
Paula: Sí…
Buby: Linda Paula…Acuérdate de lo que te digo, ¿no? Has echado todo a perder… ¡Todo! Será mejor que no sigas pensando en ese muchacho, porque si no te mato a ti o le mato a él…            ¿Entiendes, Paula? ¡Vivan las muchachas que hacen caso a lo que dice Buby!

También se critica al sector tradicional de la sociedad. Esto se observa claramente en la figura de don Sacramento; su nombre nos induce a pensar que el autor pretende satirizar a esa clase social tan conservadora. Se observa en algunos incisos como:
Don Sacramento: ¡Las personas decentes no salen por la noche a pasear bajo la lluvia! ¡Usted es un bohemio, caballero!
Don Sacramento: Las personas decentes deben llevar siempre patatas en los bolsillos, caballero…y también deben llevar tafetán para las heridas…Juraría que usted no lleva tafetán.
Don Sacramento: ¡A las personas honorables las tienen que gustar los huevos fritos, señor mío! Toda mi familia ha tomado siempre huevos fritos para desayunar…Sólo los bohemios toman café con leche y pan con manteca.

En resumen, el autor, por medio del humor absurdo, se mofa y critica dos estilos antagónicos de la sociedad, el mundo burgués, adinerado, tradicional frente al mundo inverosímil, errante y libre de los artistas.

Diego Alba Alonso
2º Bach. B

1 comentario:

  1. Asiel González Jiménez (2º Bach. C)6 de mayo de 2018, 20:45

    Miguel Mihura deja ver una clara crítica hacia toda la sociedad de la época. Hay representadas dos formas de vida, dos clases sociales. Por un lado se encuentra el mundo del arte. Se trata de la compañía de artistas, dedicados a la vida del espectáculo, que debido a la escasez de fondos económicos se ven obligados a buscarse la vida de diversas formas para salir a delante. Roban, mienten, engañan, se prostituyen… Su vida aparentemente es dichosa y feliz. ¿Quién pensaría que esos actores pueden albergar miseria física y emocional?
    En el otro lado, Mihura critica a las clases altas, esta vez representadas por hombres adinerados que se sirven de su dinero y condición para obtener lo que desean de las bailarinas. La seguridad económica, el prestigio, la estabilidad que estas personas dejan ver no se corresponde con su interior, pues se comportan tan mezquinamente como pueden.
    A lo largo de esta noche el pobre e inocente Dionisio ve los dos mundos. A su alrededor se desarrolla una noche de fiesta tan común para los artistas y tan novedosa para él. Nosotros, al igual que Dionisio, podemos ver, en este caso, como observadores omniscientes de la acción, la hipocresía que contiene esa habitación de hotel. Las bailarinas sonríen ocultando sus sentimientos, mientras que los hombres, ahogan sus penas en el vicio y en el momentáneo placer de la noche. El dinero de unos y la escasez de otros no cambia su condición de humanos, vemos que tan mísero es el vagabundo como el gran millonario. Desde siempre se consideró el dinero como un trampolín a la felicidad, la victoria, el objetivo, la meta, el propósito vital, la supremacía… Pero no nos damos cuenta de que el camino a la felicidad no es el dinero. Tenemos los ojos vendados, perseguimos una meta que no satisfará nuestras ansias de amor y felicidad. El dinero es como el poder, un peso para los que no lo quieren y una maldición para los que lo buscan.
    Esto es lo que he entendido a raíz de observar el comportamiento de estos personajes en esta noche de fiesta.

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