Miguel Strogoff era
fuerte, de ancha espalda y vasto pecho,
con el cabello negro y rizado bajo la gorra moscovita, era apuesto, valeroso,
perseverante, no se rendía con facilidad. También era observador, inteligente y
apto para cualquier trabajo que requiriera fuerza.
Podía sobrevivir en circunstancias adversas,
así como al tórrido calor, al invernal frío, al hambre y a la sed.
Su padre, Pedro
Strogoff, había sido cazador en Irkutsk y había llegado a matar a la friolera
de cuarenta osos sin un solo rasguño, y, por tanto, Miguel había seguido los
pasos de su padre y había aprendido a matar osos muy pronto; con catorce años,
ya había matado al primero.
Se evidencia su fuerza física y valentía cuando,
por ejemplo, intenta luchar contra los tártaros que invaden su barcaza, aunque
entonces no consigue vencerlos; o cuando destripa a un oso que le ataca, o al
luchar contra Iván Ogareff, el traidor. También cuando disimuló, fingiendo, su
ceguera.
Noel Vicente Cereijo
(2º ESO B)
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