Y las montañas hablaron

Y las montañas hablaron, Khaled Hosseini. Ed. Salamandra, 2013

Se trata de la tercera y última novela de este autor de origen afgano, compuesta por varias historias cuyo eje común es una humilde familia afgana. A partir de una sencilla narración, y a la manera de esas muñequitas rusas llamadas matrioskas, cada personaje da origen a otra nueva historia, que a su vez se ramifica en otras para, en ocasiones, mezclarse con personajes que desaparecieron algunos capítulos atrás, dando lugar a un mosaico fascinante, un cuadro coral de mucha fuerza en un entorno social complicado como el Afganistán de las últimas décadas
 La narración se sitúa fundamentalmente en Afganistán pero viajamos a Estados Unidos o París con personajes exiliados tras la guerra o conocemos el hogar de los cooperantes que trabajan en Kabul tras la invasión de Estados Unidos.
Pero, aunque parezca que el nexo común que vertebra la narración es conocer que fue de los personajes, lo que le interesa al autor es hablar de relaciones humanas. Cada historia es la historia de una relación de amor y, en cierto modo, una relación de dependencia: tenemos historias de padres e hijos, amores truncados, matrimonios de conveniencia, amores prohibidos entre patrón y chófer, extrañas relaciones entre médicos y sus pacientes, hermanos que se pierden y se buscan, hermanas que viven con complejo de culpa o niños que juegan sin saber el odio que los separa.
Las historias fluyen de una forma natural salvo, quizá, la historia del médico griego que se aleja un poco más de la trama familiar.
La historia reciente de Afganistán está presente marcando los tiempos del relato a golpe de intervención militar pero sin destacarse demasiado sobre las vidas de los personajes, al autor le importan más las relaciones humanas y las describe con un estilo pausado y brillante. (Aunque es de suponer que gran parte del mérito la tiene la traducción)
En definitiva una historia fascinante sobre la naturaleza humana con unas dosis de exotismo por el entorno en que se sitúa.
Antonio Izquierdo Deza

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