Cuatro corazones con freno y marcha atrás

Cuatro corazones con freno y marcha atrás
Enrique Jardiel Poncela. 
Editorial Vicens Vives, 2002

Es una divertida obra de Enrique Jardiel Poncela, autor del teatro renovador español de la primera mitad del siglo XX, quien consigue enganchar al lector con un argumento muy entretenido.
La historia comienza con el problema de Ricardo, un caprichoso joven que se ha gastado toda la herencia de sus padres y se encuentra con dificultades económicas. Bremón, un extravagante médico, le asegura que tiene la solución y le presta su ayuda. A partir de este arranque, Jardiel nos introduce en el tema de la eternidad, planteándolo en sus vertientes positiva y negativa; rompe así con la tendencia a la idealización del ansia de inmortalidad, que muchos autores de la época manifestaban.
Llama la atención el uso de un humor inteligente y absurdo, con hipérboles, situaciones inverosímiles, continuas interrupciones y confusiones entre los personajes o con el uso de chistes lingüísticos, muchas veces basados en juegos de palabras. He aquí algunos divertidos ejemplos:
           
·  Las situaciones insólitas, sorprendentes, son típicas de este  humor vanguardista.

CORUJEDO.—Me llamo Elías Corujedo.
EMILIANO.—Hace usted bien.

CORUJEDO.—Y ¿de qué ha vivido don Ricardo en esos once meses?
LUISA.—De milagro, caballero.

En ocasiones, los personajes muestran actitudes impacientes, se adelantan a lo que el otro quiere decir y, por tanto, entienden cosas completamente diferentes. El autor busca jugar con las palabras y los distintos significados que una frase inacabada puede adquirir.

CORUJEDO- (Lee) "Mis quince años..."
LUISA- ¿Sus quince años?
EMILIANO- ¿Pero qué edad tiene el doctor?
CORUJEDO- "Mis quince años de esfuerzo y trabajos han resultado útiles."


·   Diálogos absurdos:

ELISA.—[...] ¿Qué día es hoy? ¿Viernes?
EMILIANO.—No, martes.
ELISA.—(Volviéndose a ellos, más llorosa que nunca.) ¡Ah! Martes… ¿Veis como tengo razón cuando digo que los sábados son para mí días de mala suerte?


ELISA.—En fin, hija, que descanses. Buenas noches, Emiliano. Voy a acostarme. (Inicia el mutis por la izquierda.)
MARGARITA.—¿A acostarte? Pero si son las cuatro de la tarde, mamá. ELISA.—¡Toma!... Por algo me extrañaba a mí no tener sueño… Entonces voy a ver si han traído los periódicos de la noche.


CORUJEDO- Lo que quiero yo saber, por ser de capital importancia, es a quien se referían ahora ustedes cuando hablaban de mis narices.
BREMÓN- Nos referíamos al agente que en mil ochocientos sesenta contrató nuestros seguros...
CORUJEDO- Al agen...
EMILIANO- Y que también se llamaba Corujedo: Elías Corujedo.
CORUJEDO- ¡Mi madre!
EMILIANO- ¿Veis cómo os decía yo que eran parientes? Era su madre.
VALENTINA- Pero, ¿cómo iba a ser su madre, Emiliano?
CORUJEDO- ¡Mi abuelo!
EMILIANO- Su abuelo, era su abuelo.


· La hipérbole (como la cláusula descabellada que incluye el tío Roberto en su testamento por la que su sobrino tiene que esperar para cobrar la herencia nada más y nada menos que... sesenta años).


·  Los chistes lingüísticos, basados en líos de palabras (recurso típico de la alta comedia) o en la disemia (palabras iguales con significados diferentes) son algunos de los rasgos más frecuentes de este humor verbal:

JOSÉ.—No puedo entretenerme; soy el cochero del señor Cifuentes, ¿sabe usted? Bueno, pues le dice usted al ama de llaves, doña Luisa, ya sabe usted quién le digo… Le dice usted que de parte de José que ya he hecho los recados que me mandó: que he avisado ya a la señorita Valentina y que ya está informada de todo doña Hortensia. Que el señor Bremón quedó en venir a las siete y media. Y que me ha dicho que lo que sucede aquí tenía que suceder, y que no es extraño que suceda. ¿Se le olvidará a usted algo?

                     
EMILIANO.—[...] Así es que vayan preparando mi sal… ¡Venga sal!
BREMÓN.—¿Sal? (Suenan unos golpecitos en la puerta del foro.)
EMILIANO.—¡Sal! ¡Sal! ¡Sal!... Digo… entra [...].

En mi opinión, en esta obra, Jardiel Poncela no quiere hacer reflexionar seriamente al espectador; así, aunque plantea el miedo a la muerte, lo hace a través del humor, como medio para atraer al público. Si hubiera pretendido tratar de una forma más trascendental este tema, sus personajes habrían dedicado más tiempo a conversaciones serias, filosóficas. Sin embargo, opta por usarlo como pretexto para arrancar sonrisas.
Carla Díaz Sánchez
2º Bach. B

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