Rafael (1510-1512)
El sol se filtra entre las ramas y el follaje de los altos y robustos árboles que bordean el campus, creando patrones
irregulares de luces y sombras
sobre el césped
recién cortado. El aire está impregnado con el aroma del rocío de la mañana sobre las briznas
de hierba y el ligero perfume que desprenden
las flores que ordenan de una manera
casi hipnótica los jardines.
A lo lejos, el sonido de las gotas impactando contra la fría roca de la fuente genera un ambiente fresco y sereno que se contrapone con el bullicioso movimiento universitario.
Los estudiantes deambulan a diferentes ritmos por los senderos empedrados meticulosamente, algunos
enfrascados en profundas
conversaciones, otros prefieren la soledad y se apartan para centrarse en sus teléfonos, de vez en cuando se ve
alguno corriendo hacia sus clases.
Las voces llenan el aire con un zumbido constante de actividad, mientras se dispersan hacia los distintos destinos
en el campus o simplemente se esparcen por el espacio verde para tomar un respiro.
Destellos
de color cubren los caminos, ropa de cientos de tonos, mochilas y cuadernos en
mano van de un lado a otro.
Los
profesores, caminan con paso firme entre los alumnos, intercambiando saludos y
comentarios con aquellos a quienes reconocen y en algunos momentos
Se detienen a intercambiar algunas palabras con otros docentes.
Algunos llevan libros bajo el brazo; otros, bolsas al hombro. Unos llevan ropa demasiado colorida, otros demasiado apagada; patrones y texturas por doquier, cual desfile de moda. Su presencia infunde por una parte autoridad y por otra una sensación de indiferencia. El tiempo parece cambiar junto con la dirección de la mirada, tan rápido y lento a la misma vez, que las personas se quedan en manchas de color de un momento a otro.
A lo largo de los edificios universitarios se agazapan a las paredes pinturas abstractas, caras conocidas y cientos de letras formando frases y frases, todo lo suficientemente lleno y vacío para dejar un sitio libre a la creatividad.
Dentro de los espacios
comunes, se encuentran sistemas de debates
animados que viajan desde la política
hasta la ciencia ficción. Los grupos que se forman comparten
ideas y opiniones
con un entusiasmo contagioso. Todo ello alimenta
el ambiente intelectual
y ocioso.
A medida
que paseo por el campus,
siento una mezcla de nervios,
emoción y anticipación por lo que el día tiene reservado. La energía palpable que emana en cada
rincón del campus me empuja a perseguir mis propios objetivos. Este lugar con una
atmósfera tan vibrante hace que el movimiento se active en tu cuerpo. Este lugar se convierte en un hogar
para mentes inquietas y corazones ambiciosos, donde el
aprendizaje y la exploración son
celebrados con fuerza.
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