Sidi, Arturo Pérez Reverte
Editorial Alfaguara
La elección del título por
parte del autor parece marcar ya la diferencia y mostrar su clara intención de
ofrecer un relato veraz. El término mozárabe sidi se convertiría en castellano en el conocido “mio cid”. Ruy
Díaz se ganó ese sobrenombre de autoridad entre los musulmanes mientras peleaba
contra los distintos reinos de taifas.
El libro se enmarca en un
período breve, que va desde el destierro hasta la batalla de Almenar (1082).
Reverte muestra muy bien lo que significaba el destierro en la época medieval y
en una Península Ibérica en conflicto permanente a causa de la división entre
un mundo cristiano y otro musulmán. El escritor murciano recrea la relación
personal y profesional entre el Cid y el rey de Zaragoza Mutamán (hombre
refinado y culto). Pero por encima de todo, lo que más me ha sorprendido es la representación
del Cid como un hombre de la guerra, de fortuna, con una ética basada en el
honor, el compañerismo en la lucha y una cierta flexibilidad religiosa, marcada
por algunos tintes de prejuicio.
Este Cid menciona otros
acontecimientos históricos: las batallas de Graus (1063) y Golpejera, la muerte
de Sancho el Fuerte en Zamora (1072) y la batalla de Cabra (1079); y considera
la Jura de Santa Gadea la causa única de su destierro.
La ambientación es sorprendente,
y la indumentaria y las costumbres son descritas con todo detalle. El lector se
sumerge fácilmente en el siglo XI, al menos, en el que describe Reverte.
El Cid de Pérez-Reverte es sobre
todo un soldado, más mercenario que héroe, que sufre por cosas mundanas más que
por su honra, falta de justicia o la incomprensión de un rey.
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